La furia de la naturaleza y la indiferencia política: Una llamada a la justicia.

En los últimos días, España ha vuelto a ser testigo de una tragedia anunciada: la DANA, fenómeno meteorológico cada vez más frecuente, ha azotado a la Comunidad Valenciana con una violencia devastadora. Las calles de nuestros pueblos se han convertido en ríos, los hogares se han visto arrasados, y las vidas de muchas personas han quedado marcadas por la impotencia y el desamparo. Frente a este escenario, no puedo evitar preguntarme: ¿ dónde están aquellos que juraron proteger y servir a este país?


                                                 

La bandera de España ondea hoy con un peso añadido, el peso de un pueblo que sufre, que clama por soluciones y que, una vez más, se siente abandonado. No me representan los políticos que hablan desde la comodidad de sus despachos, ajenos a la realidad de quienes, en medio del caos, luchan por salvar lo poco que queda. Me representa el pueblo, ese que no se rinde, que se une en la adversidad y que demuestra una dignidad inquebrantable.

La DANA no es un fenómeno nuevo; su amenaza ha sido constante y predecible. Las advertencias de científicos y expertos se han repetido una y otra vez, instando a tomar medidas preventivas para proteger a las comunidades en riesgo. Sin embargo, la inacción política ha sido la norma. Se han destinado millones a proyectos inútiles, mientras que las infraestructuras necesarias para enfrentar estas emergencias han sido olvidadas, o peor aún, reducidas a promesas vacías.

Es momento de exigir justicia. Que no quede impune la negligencia de quienes, con su indiferencia, han permitido que estas tragedias se repitan. Pido que se aplique el peso de la ley a aquellos políticos que no tomaron decisiones cuando podían, cuando debían. Es su deber protegernos, y su incumplimiento no debe quedar sin consecuencias. Cada vida afectada, cada hogar destruido es un recordatorio de su irresponsabilidad.

Asimismo, hago un llamamiento a Su Majestad el Rey de España. Le pido que intervenga en este asunto que afecta a sus súbditos, que tome en cuenta el clamor de un pueblo que se siente abandonado y que no tiene voz en los despachos donde se toman decisiones. Que sea él quien exija a nuestros gobernantes que asuman sus responsabilidades y actúen con la urgencia que esta crisis demanda.

Nuestro país no puede permitirse seguir así, sumido en la indiferencia de quienes deberían liderarnos. La bandera que hoy ondea no es solo un símbolo; es la representación de un pueblo que exige dignidad, respeto y justicia. Por la Comunidad Valenciana y por toda España, que esta tragedia no se repita, y que aquellos responsables paguen por el dolor que su inacción ha causado.

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